El padre de Urruchúa era un hombre callado,nunca tenía una un gesto de ternura o u-
na sonrisa cariñosa para sus hijos varones, ellos tenían la obligación de buscarlo to-
das las mañanas para darle los buenos días y pedir su bencidión.Podría afirmarse
que era un hombre que había nacido especialmente dotado para mandar y para con-
trolar que en la casa no ocurriera nada fuera de lo que él consideraba como normal, o
necesario. Rara vez reía en la mesa o con las visitas. Sin embargo este ser era un
hombre extraordinario en su conducta para con las personas en general.respetado por
todos al extremo que su palabra era suficiente para cerrar cualquier trato. No firmaba
recibos ni contratos. Honrado y honesto a carta cabal, muy recto y justo.
Parecía el dueño absoluto de animales y hombres. Cualquier niño aceptaría a un padre
así sin juzgarlo, pero se sentiría cercado por el miedo, y correría a esconderse en cual-
quier rincón cuando su furia se desataba descargándose en el más débil.
La madre, por el contrario fue una mujer muy dulce, noble y espiritual, tenía cierta cultura
pues sabía muchas cosas y a su manera hablaba sobre cualquier problema.Esta mujer
era sensitiva y tenía el don de presentir todo lo que podía suceder.
Fue ella la que determinó que su hijo Demetrio, después de una penosa operación en la
pierna derecha debía regresar a la ciudad pues podría dedicarse a trabajos menos forza-
dos y obtendría una mejor educación.
Cabe destacar que el maestro Urruchúa no era único hijo, tenía nueve hermanos de ambos
sexos.
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