domingo, 24 de abril de 2011

Canastitos de alegría


De aquel año no  recuerdo demasiado,  en mi mente se arremolinan imágenes que no
logro organizar pues todo se me hace bastante confuso. 
Lo que sí sé es que un día llegó al taller una alumna nueva que pasó al frente sola.
- ¿Cómo se llama usted, señora? -
- Estela Bogomolni, maestro -
- ¿Y la mamá? -
- (Dijo un apellido que no recuerdo) -
- ¿De qué origen son? -
- Los dos rusos, maestro - 
La señora estaba sentada al borde del sillón como si un exceso de humildad la tuviera 
allí clavada.Había presentado una naturaleza muerta, para mi,muy extraña y varios car-
tones pequeños con el deber de los cuadraditos.
El maestro la oradaba con la mirada.
- ¿Qué espera encontrar aquí? -
- Mire, maestro, yo siento que necesito expresarme,  cada cuadradito lo pinté con una
fuerza que me salía de las entrañas-Acompañó las palabras con el gesto.Algunos alum-
nos se rieron, el maestro los fulminó con la mirada. 
- La naturaleza muerta es bastante original, podría decirse, le falta cocina pero va muy
bien -
-¿Qué es cocina, maestro? Disculpe mi ignorancia. -
- Aquí no hay nada que disculpar, usted está aquí para aprender, cocina es cuando se
elabora más el color en la paleta. ¿Me entiende? -
- Perfectamente, maestro, y esos trabajos - Señaló los cuadraditos.
-Están bien, hay alguna disonancia por exceso de rojo, pero en general esto anda bien.
Usted sufrió mucho, señora,tuvo una infancia muy dura una adolescencia difícil y ya va
siendo hora de que comience a expresarse libremente para sentirse feliz - La mujer ya
no lo miraba, sollozaba calladamente con la barbilla pegada al pecho  - Así es, seño -
ra ya es tiempo de dejar todo atrás y comenzar de cero para ser una cifra, como siem-
pre digo. ¿Sabía usted que si esta niña? - Se alzó apenas del sillón y buscaba algo o
a alguien en la penunbra - ¿Dónde está canastitos? -
- Aquí, maestro - le respondí sonriendo, alcé una mano y la movía para que me viese.
- ¿Sabía usted señora que esta niña es poseedora de toda la alegría que a usted le fal-
ta? Ella posee innumerables canastitos de alegría que con sólo uno que le regale usted
sería la persona más feliz del universo - Se volvió hacia mi - ¿Le regala uno? -
- ¡Por supuesto, maestro!, si se pudiera... Seguía parada y sonriéndole alegremente.
- Es cierto, ¡ojalá se pudiera! Pero la alegría es como el amor se siente o no, no se la
puede comprar o regalar. Siga pintando tranquila, señora, pinte libremente, cuanto más
verduras mejor. ¿Me pregunta algo? -
La señora negó con la cabeza, mientras enjugaba sus lágrimas con un pequeño pañue-
lo. Si no me pregunta nada, entonces ¡Qué San Eustaquio la proteja y le de alegría! -


Desde ese día el maestro me llamaba "canastitos" y de cuando en vez me preguntaba
si podía regalar alguno. También fue para ese entonces que comencé a tomar nota de
algunas frases, alguna anécdota, alguna "comparancia" Algo para recordar por siempre
Algo para tenerlo presente si es que fallaba la memoria.   


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1 comentario:

Gracias por comentar en mi blog. Recibe un abrazo de osa desde la Capital Federal de Argentina ~Susana Rosa~