domingo, 24 de abril de 2011

Los Cristos catalanes..


Cada sábado tenía una pincelada diferente, con diferentes matices. Se me ocurre que
contado de este modo se pierde todo el sentimiento,el color de las voces, la algarabía
constante,  y esa irrepetible sensación de estar en el lugar correcto.  La mera descrip-
ción se me hace fria, como una  estampa que no tiene movimiento,  puede sugerir pe -
ro lo esencial no está dicho, De todos modos seguiré en este intento.
Recuerdo un sábado que pasaron dos alumnas:


- Cuál es su apellido señora -
- Liberati -
- ¿Y la mamá?-
- Baigorria -
La alumna  había presentado unos trabajos por demás primitivos,  aunque no naif, te-
nían todo el carácter de la sangre vasca.
-Esto anda muy bien señora, su pintura tiene esa carácterística propia que a muchos
pintores les cuesta adquirir. Esté contenta como está. Hay que dejarla libre para que 
encuentre el camino hacia su propia geaografía. ¡Me pregunta algo? -
- A mi me gustaría que no fueran tan infantiles, maestro, parece la pintura de un niño -
- Usted está equivocada, señora, eso nunca lo hubiese pintado un crío, no es una pin-
tura ingenua, es primitiva.Usted aún no se da cuenta de nada por que es muy nuevita
El alumno debe ser orientado hacia su interior,mucho antes que hacia los objetos.Por
que la gran pintura se  esconde en el miterioso arcano de lo subjetivo. La cosas se e-
ternizan cuando ellas,a través de todos los tiempos siguen hablandole al hombre.Cuan-
do la voz del artista sea acallada por la ausencia,su espíritu no podrá desaparecer ni su 
verdad será abatida.El artista no hace otra cosa que darle al mundo lo que recibe de és-
te.Los primitivos crisianos son los que verdaderamente hicieron una revolución por amor
a Dios.De ahí que la pintura de las primeras iglesias sean más ardientes,más mística y
pujante que la pintura renacentista. Los Cristos catalanes son de  un fervor tan genuino 
que abren los cielos como la aurora más esplendente. Son estatuillas cuya profundidad 
paraliza poque plasma la espiritualidad de una época. Y usted, señora es tan primitiva 
que nos deja sin aliento por lo instintiva, por lo genuina, Aquí no hay mula, hay corazón -
La señora Liberati aún lo miraba sin estar convencida.
- ¿Me pregunta algo? -
- No, maestro, aunque igualmente tengo mis dudas... -
- ¡No me importa nada! ¡Vasca tenía que ser! Hágame caso pues yo no miento nunca,
¿Me entendió? -
La alumna asintió silenciosamente.
- Y usted, ¿cómo se llama, señorita? -
- Nada, maestro -
- ¡Le pregunto que cómo se llama!- El maestro levantó lo voz para ser oído con claridad.
- Nada, maestro, mi apellido es Nada -
Urruchúa la miró con picardía, la simpleza de la respuesta no la esperaba.
- ¡Ni Medio!, ¡se llama Ni Medio!- estalló en una sonrisa plena, llena de pícara franqueza
- Bueno, señorita Ni Medio, sus cartones son sanos, carentes de toda malicia. Esté
contenta como está, que va muy bien. ¿Me pregunta algo? -
- No maestro, gracias -
Entonces, ¿qué San Eustaquio las proteja a las dos! -

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