domingo, 24 de abril de 2011
Demetrio Urruchúa, el maestro
Muchos comentan acerca de Demetrio Urruchúa como artista plástico y en general la obra que realizó como Maestro, se desconoce. Y esto es injusto, pues el Vasco sacrificó mucho tiempo personal para dedicárnoslo.
Y sí, yo también soy su obra. Frecuenté el taller de Carlos Calvo en la década del '70 y él se fue de este mundo sin que yo "estuviera hecha".Podría decirse que en aquel entonces yo estaba dándole fin a la adolescencia. Para aquella época buscaba con desesperación una guía, anduve buscando incansablemente al MAESTRO... "No podía ser que los Grandes Fantasmas,como Beethoven, por ejemplo, fueran los últimos valuartes de aquella mítica raza de Dragones que poblaron la tierra hasta el siglo XIX"...
Y la etérea figura del Vasco emerge como si buscara corporizarse a través de mi acto evocativo. Vuelvo a ver el sereno semblante, las líneas suaves, los ojos color miel enmarcados por cejas blancas, abultadas y revueltas; el aire dulce y meditativo que escondía un carácter fuerte, por momentos irascible. Aquella sencillez, aquella fortaleza no eran una mera ficción. Una llama pura que ilumina y reconforta, pero nunca se consume, ardía en el alma del maestro. Ese fuego, hacía germinar en él un nuevo renacer de sus cenizas. El impulso creador se había transferido a su vida; y su vida, en virtud de una secreta pero sustancial correspondencia daba vida a nuestras vidas, formando nuestra personalidad éticamente libre y activa, mediante la armónica síntesis de todas las energías. Intentaba hacernos conciliar la sensibilidad y la razón, cabeza y corazón, para que pudiésemos participar en la Verdad única de nuestro Ser Interior: “nuestra verdadera geografía”
Para el maestro el arte significaba el reflejo transfigurado del más íntimo sentir, de la fuerza amorosa y creativa, de los sueños e ideales más puros; creía posible que cada uno de nosotros se inventaría un destino de pintor para lograr insertarse en el mundo con una visión única, auténtica y genuina, y así poder crecer y manifestarnos desarrollando los dones espirituales que son innatos.
Para aquellos que lo han vivído, es espontáneo el recuerdo de cualquier sábado a la tarde, adentro de aquel insólito cubo de zinc, todos amuchados haciendo crujir el piso de madera hasta el límite del derrumbe. En la precariedad de nuestro Templo se podía sentir todo, delirarnos todo, tocar con los ojos toda esa constelación de objetos que colgaban de las paredes ( lechuzas embalsamadas, osamentas sin gloria, aperos llenos de polvo y cacharros rotos ) que acentuaban la humilde dignidad de la ceremonia: Ibamos pasando de a uno para mostrarle nuestras obras, el producto de una semana de trabajo. Quién no recuerda aquel famoso banquillo de los acusados, denominación dada desde tiempo inmemorial al sillón en el cual se sentaba el alumno al cual le tocaba en suerte exponer sus cuadros. Quién no se sintió un artista excelso y al rato andaba de capa caída gracias al estallido que se alzaba terrible en su grandeza para enfrentar la osadía de un muchacho cuya fuerza residía sólo en la juventud inexperta, abandonando el banquillo y toda pretención como un perro con el rabo entre las piernas. Yo lo he sentido encresparse en todo su poderío absoluto para luego volver a serenarse, iluminándo su rostro ante la presencia de alguna promesa futura. Quién no recuerda sus palabras proféticas, sus consejos sabios, los secretos más íntimos que de nuestra persona, Manuela (una Lechuza embalsamada) le soplaba a sus oídos. Quién no recuerda al Vasco, sentado en su viejo sillón, al costado del gran panel de madera aglomerada, en una semi penumbra, con la mirada fija y perdida en algún abismo que lo atraía hacia sí. Quién no vuelve a escuchar aquella frase que daba por finalizada una clase: Qué San Eustaquio los proteja a todos". Quién de todos aquellos que han pasado por ese taller de Carlos Calvo al 1700 no recuerdan de cuando en vez alguna anécdota, alguna emoción, algún día preciso y precioso de su vida.
Quién no recuerda aquel 2 de octubre del '78 en la S.A.A.P en donde velaron sus restos. Quién no se estremeció al ver la imagen serena de su rostro como tallado en cera, quieto e indefenso que llevaba impreso la marca de la muerte. Quién no ha llorado con mudas lagrimas al ver el rostro amado que conservaba en los ojos hundidos tras los pesados párpados, las mejillas flojas que expresaban una inusitada resignación, renuncia, abandono, un atisbo de misteriosa fuerza que perdura más allá de la miseria humana, de un hombre que ha sido vencido por la muerte. Quién no se mostró incrédulo y desolado por esa contundente realidad que le quitaba toda posibilidad de demostrarle el amor incondicional que cada uno sentía. Quién pudo asimilar rápidamente esa doliente humanidad que había sucumbido en los brazos de la muerte. Quién, en ese momento, pudo aferrarse a la loca fantasía de un Espíritu libre y esencial que trascendía los umbrales de la Muerte... Quién!!!!!??????
Y ahí estabamos en el crematorio de Chacarita. El cielo plomizo, la neblina espesa avanzando como fríos dedos entre los sepulcros, la persistente llovizna que acompañaba nuestro lúgubre sentir. Nos apoyabamos unos con otros dándonos fuerza. Eramos la imagen de la desolación.
La idea de la muerte me era familiar, pues estaba íntimamente vinculada a la vida, algo así como su sombra. Pero ahora esta sombra separada de la Luz que emanaba su Ser, se extendía en mi espíritu sumiéndolo en la más tenebrosa oscuridad, provocándome una indolora perplejidad, como aquel que ve correr la sangre sin sentir el dolor de su herida.
El recuerdo que se me impone es el de un compañero, amigo de la familia, que le entregó a la Sra. Amalia Tallarico (viuda de Urruchúa) las dos urnas con las canizas del Vasco.
-Dos urnas!!!??? - exclamó la mujer
-Y sí... El vasco era muy grande...
*El Arte es como el Amor, no tiene teorías, Es o no es"... Demetrio Urruchúa. (1975)
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Felicitaciones mi querida amiga Susana, por este hermoso Blog.
ResponderEliminarExitos!!!
Dulces abrazos, Myrna
Gracias por este tan grato recuerdo, el Vasco Urruchúa tenía su "Taller"también en Mar del Plata. Fue mi maestro en la década del '70 Y lo recuerdo con muchísimo cariño. Nadia de "La Feliz"... Gracias !!!!!
ResponderEliminarsombras y escarcha que poblaron la mirada fiel que desea ver la Luz
ResponderEliminarcomo premio a tanta lealtad que sería desleal si esto quisiera.
Estoy aquí como siempre para decir presente. te extraño maestro de mi
corazón, cuando se cerraron tus ojos yo quedé como ciega en una
marejada de incertidumbre, sin rumbo ni metas.
Gracias por este Blog dedicado al maestro Urruchúa . En la red no hay nada igual
ResponderEliminarGracias Maestro¡¡¡ y quien se acuerda del barcito de entre rios y carlos calvo, cuantas añoranzas que
ResponderEliminarhermosos recuerdos¡¡¡ Isabel de Barracas