domingo, 24 de abril de 2011

El ocaso de un semidios...


En diciembre de 1977 Demetrio Urruchúa, nuestro maestro, cerró las puertas de nues-
tro taller para siempre. La esfermedad que sufría ya no le permitía escaparse de la tu-
tela de su esposa e hijas como tantas otras veces lo hizo.
El gran dragón que había incendiado a tantos con su fuego se fue apagando lentamen-
te, sin prisa y sin pausa.
Ese año Sergio Lorberbaum oficiaba las veces de secretario, lo iba a buscar a su piso
de la Avenida Alvear y lo acompañaba.
Al llegar al patio del viejo conventillo, Urruchúa no aceptaba la ayuda que se le brinda-
ba. Avanzaba con mucha lentitud,como si temiera lastimar a las baldosas desparejas.  
Apoyándose en la pared,iba saludando a todos los que cruzaba en el camino,también 
se sonría y hacía chanzas.
Era impresionante sentir la veneración y el respeto por esa orgullosa dignidad a punto
de ser vencida.El maestro luchaba como un viejo león para ganar la pequeña gran bata-
lla que significaba atravesar la escasa distancia y cuidadosamente subía la empinada 
escalera de hierro a rombos para no caer en aquel escalón que nunca fue arreglado y 
seguía atado con un cable.
La cantidad de alumnos no había mermado, seguíamos fielmente a quien nunca nos ha-
bía abandonado. 
Las clases se iban desarrollando con la dinámica de siempre, pero su hablar era pausa-
do, podía confundirse, podía tartamudear, lo podía todo, Pero nunca ninguno se atrevió
a decir que no lo entendía y humillarlo. 
Recuerdo que una vez Urruchúa se sentía muy cansado y Sergio decidió mostrar sus
cuadros mientras el maestro dormitaba de a ratos.
- ¡La flauta! - exclamé admirada - ¡qué lindo que pinta el vasco! - Le comenté en voz baja 
a una compañera que tenía  sentada a mi lado-¡Mirá qué rojos! ¡Otra que de primer agua!-
- Pero nena, ¿vos no sabés quién es el maestro Demetrio Urruchúa?-
- Sí, nuestro maestro - Respondí sin dejar de mirar las obras, embelesada.
- Es un gran pintor argentino, de la talla de Spilimbergo, Policastro, Daneri, Soldi, ¿sigo?-
La miré perpleja, nunca lo hubiera imaginado, como ven era un cascote que pintaba.
- Es el fundador del movimiento muralista en el año '45, pintó los techos de una Galería 
de Flores y la Galería Pacífico con...-
- ¡Ya me acuerdo!, él lo mencionó, pero en su momento no lo relacioné, para mi Urruchúa
es mi maestro -
Tanto tardé en reconocerlo que en verdad me avergonzaba.

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Gracias por comentar en mi blog. Recibe un abrazo de osa desde la Capital Federal de Argentina ~Susana Rosa~